Primer Juicio Oral en Mar del Plata por Delitos de Lesa Humanidad
- Documento exclusivo para "La Voz de los Colimbas"
Cuando diez años atrás, el Colegio de Abogados de Mar del Plata y distintos organismos de Derechos Humanos, apoyados por numerosas entidades públicas de la ciudad, decidieron iniciar el Juicio por la Verdad, muy pocos personas creyeron que alguna vez alcanzarían a sentar en el banquillo de los acusados a algunos de los personajes de la represión militar en la década del 70. Pero la tenacidad de los jueces, abogados, víctimas, testigos e integrantes de los distintos organismos, pudieron vencer el escepticismo y aquella no tan vieja frase de “cerrar las heridas del pasado y dejar de lado los enconos que desunen a los argentinos”, continuando sin prisa y sin pausa con todo aquel trámite judicial.
Conviene recordar que los Juicios de la Verdad, fueron el instrumento ideado por los organismos de Derechos Humanos para sortear el cerrojo impuesto a toda investigación histórica sobre los crímenes de la década del setenta, por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, leyes tan inconstitucionales al momento de su dictado como al momento de su declaración de nulidad muchos años después. Durante la vigencia de estas leyes, la biología hizo su trabajo, pues es sabido que uno de los mayores aliados de la impunidad es el paso del tiempo: por un lado, testigos que mueren, testigos que no están en condiciones de volver a relatar el horror, testigos que no se sienten con la seguridad de poder hacerlo y por otro, represores enfermos, ancianos, algunos ya sordos y con dificultad en el habla, configurando todo esto un cuadro que podría haberse evitado con un mínimo sentido de justicia, que nunca llegó.
Pero bien expresa el sabio don Martín Fierro, cuando dice que “no hay plazo que no se venza, ni deuda que no se pague”, y así en mayo de 2010, el primer imputado por delitos de lesa humanidad cometidos en la década del 70 en la ciudad de Mar del Plata, volvió a ver los rostros de sus víctimas. Esta vez ,frente a frente, a poca distancia y ya sin la autoridad que le confería el poder de un arma en sus manos.
Se trata del suboficial de la Fuerza Área, Gregorio Rafael Molina, personaje emblemático si los hay en esta historia, acusado de violaciones, tormentos, secuestros y homicidios de personas. Los sobrevivientes que sufrieron su violento trato, lo recuerdan por su parecido a un actor de cine americano, sus grandes anillos dorados, el perfume especial de sus manos y la autoridad que tenía dentro del Centro Clandestino de Detención ubicado en el radar de la Base Área de Mar del Plata, una construcción semi subterránea, bautizada como “La Cueva”.
A pesar de la indudable responsabilidad que le cabe en los hechos de la época, nada se sabe de sus compañeros, cuyos apodos fueron ya mencionados en declaraciones de testigos, no solo en el Juicio por la Verdad, sino también en el mítico juicio a la Junta de Comandantes en el año 1985.
A ellos se los conoce por apodos, tales como “Papi”, “Richard”, “Chancho”, “Pibe”, “El Colorado”, “Pan de Dios”, “Walter”, y “Quasimodo”, todos personajes reales, aún no ubicados por la justicia y que quien dice, quizás todos los fines de mes, hagan religiosa y ordenada fila frente a los cajeros automáticos de la calle San Martín y Córdoba ,para cobrar su jubilación como ex miembros de las Fuerzas Armadas, junto a otros beneficiarios.
Algunos lo sindican como el “jefe” de todo y de todos, mientras otros minimizan su responsabilidad a la de un simple carcelero, alegando que la decisión final sobre el destino de cada secuestrado no pasaba por sus manos. Puede ser verdad, ello lo determinará la justicia, pero lo que no puede negarse es que los datos e informes que el transmitía a la autoridad máxima, extraídos de cada víctima a fuerza de tortura, contribuían a sellar definitivamente la suerte de cada uno.
La actuación más impactante de Molina se sitúa en la llamada “Noche de las Corbatas”, cuando en julio de 1977 fue secuestrado en solo siete días once personas, siete de las cuales eran abogados y una ellas, la esposa del Doctor Tomás Fresneda cursaba un embarazo de cinco meses y medio. Previo a ello, en junio del mismo año, había sido traído desde la ciudad de Neuquén el Doctor Jorge Candeloro, destacado abogado laboralista que entre los años 1970 a 1974 había tenido especial participación en la Gremial de Abogados de la ciudad e interviniendo en numerosos Hábeas Corpus en favor de disidentes políticos presos.
Acusado de haber causado la muerte por tormentos de los abogados Candeloro y Centeno, aún los hechos no están del todo claros sobre su autoría mediata, pues en el Juicio por la Verdad existen dos declaraciones de ex policías que atribuyen el asesinato del Doctor Norberto Centeno al comisario Miguel Angel Fuster, miembro temido de la Delegación local de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (Dipba) y sobre el cual no existieron menciones en esta etapa judicial . Obvio que la decisión final está en manos del Tribunal Oral Federal en lo Criminal de Mar del Plata, que evaluará todas las pruebas recolectadas hasta acá, pero lo indudable y probado es que Molina estaba allí y tenía una responsabilidad de cuidado sobre las personas secuestradas que el no ejerció y de ahí su culpabilidad.
Lo que si se va aclarando lenta pero seguramente, es el motivo del secuestro y desaparición del conjunto de abogados, cuyas razón concreta a través de tantos años resultaba ser una incógnita. En el tema del Doctor Norberto Centeno, un abogado laboralista, alejado de toda militancia cercana a la izquierda socialista, los motivos parecen ser producto de interna de los grupos de tarea de Mar del Plata. Así lo declaró hace muchos años , uno de los abogados de la querella, cuando dijo: "Está comprobado que a Centeno lo mataron porque le tenían bronca, no fue un detenido al que ellos podían llamar subversivo...”.(Clarín, 07-05-2002).
Sobre el Doctor Hugo Alais, pesaba la culpa de haber sido un militante de izquierda en sus años de Facultad, cuando lideraba el “Frente de Agrupaciones Unidas de Izquierdas” (FAUDI), manifestación estudiantil del Partido Comunista Revolucionario. La frase que el abogado Camilo Ricci recuerda haber escuchado de sus interrogadores, lo dice todo: “ ¿Péro cómo Doctor...Usted no sabía que tenía un maoísta en su estudio?..”. Algo similar aconteció con el Doctor Salvador Arestín, otro militante de izquierda en la década del setenta en sus años universitarios. Quizás su sentencia de muerte haya sido presentar un Hábeas Corpus en diciembre de 1974. El hecho es poco conocido y tiene el siguiente origen: el 14 de diciembre de 1974, es asesinado en Mar del Plata, el empresario pesquero Antonio Dos Santos Laranjeira, hecho que se atribuyó un “comando de ajusticiamiento” de la escuadra “Luis Antonio Soccimarro”, de la compañía “Héroes de Trelew”, del Ejército Revolucionario del Pueblo.
Meses después la delegación local de la Policía Federal, detiene a un grupo de personas sindicadas como pertenecer a esta escuadra del ERP, acusadas de ser los autores del homicidio del empresario.Una de las personas detenidas,era ciudadana española y también prima de Arestín y por ella, Salvador se presentó en la justicia con un Hábeas Corpus. Demás esta decir, que todo el grupo, años después fue absuelto de la acusación de homicidio, aunque permanecieron presos por “tenencia de propaganda subversiva”, durante mucho tiempo. Este dato, es probable que no figure en el Legajo DIPBA de Arestín, pero es indudable que fue informado a la Inteligencia del Ejército desde el Juzgado Federal de aquel entonces, con lo cual se lo sindicó como un miembro activo del ERP.
Sobre los demás secuestrados, tambien pesaba la acusación de integrar una izquierda marxista o maoísta, pero más allá de la participación o no de cada uno en una u otra organización, lo cierto es que todos tenían claramente delineado, no solo en su pensamiento, sino también en su modo de vivir, un proyecto político definido, que los hacía extremadamente peligrosos para el sistema. De ahí su eliminación.
El juicio está por concluir y restan solo algunas audiencias, aunque la sociedad local aún no se ha repuesto de las declaraciones de dos soldados correntinos que prestaron servicios en el conmutador de la Base Área Mar del Plata entre marzo de 1976 y abril de 1977. Ambos se identificaron como “Clase 57”,aportando un dato erróneo, pues es conocido que dicha clase fue exceptuada del servicio militar, cuando se bajó la edad de 20 a 18 años para hacer la conscripción. Quizás el carácter de testigos de identidad reservada, hizo que se declararan “clase 57” con el objeto de resguardar su seguridad, aun no se sabe. Sin embargo, cuando entrevisté a uno de ellos, hace más de tres años en plena redacción del libro “Luna Roja”***, me habían asegurado que en el Casino de Oficiales de la Base Área nunca hubo detenidos, versión distinta a la de ahora, cuando manifiestan que en ese lugar también se alojó a prisioneros. Igualmente, en aquella oportunidad también me hablaron de “vuelos de la muerte”, que partían de la Base Aerea, pero utilizando un avión distinto al “Albatros” que ahora dicen haber visto y para más, con insignias de la Marina.
Demás esta decir que el “Albatros”, de los cuales solo hubo siete en el país, tres para la Fuerza Área y cuatro para la Marina, estos últimos estacionados primeramente en la Base Aeronaval de Punta de Indio y posteriormente trasladados a la Base Aeronaval Comandante Espora, no es un aparato de porte menor, pues su largo es de 20 metros y su alto de más de 8 metros. Igualmente el dato debe ser analizado con cuidado, porque en cierta manera coincide con la versión que dió un ex cabo de la marina a estudiantes de colegios secundarios de la ciudad, cuando afirmó que aquellos años un Hidroavión partía de la Base Naval de Mar del Plata, con tal terrible tarea.
En el tema de los “vuelos de la muerte” hay que manejarse con sumo cuidado, pues en esta cuestión todo lo que no suma es un retroceso y aun existen muchos cuerpos de personas desaparecidas en aquella época, cuyos familiares viven pendientes de toda lucecita que arrime una esperanza para conocer el destino final de sus seres queridos. En el Archivo Nacional de la Memoria (ex Conadep) existen denuncias concretas del tipo de avión usado y del nombre de pilotos y oficiales acompañantes, que bien podrían investigarse a fondo para zanjar de una vez por todas,esta cuestión.
Poco falta, entonces, para que el Tribunal dé su veredicto en el primer juicio oral a un represor en Mar del Plata. Un aire más fresco y de mayor justicia está recorriendo las calles de la ciudad. Es un primer paso y el más importante. Resta aún la causa de la Comisaría Cuarta, la Causa de “La Cueva” donde se juzga a las autoridades directas y la Megacausa de la Base Naval. Por cada detenido liberado que paso por “La Cueva", otros tres sufrieron cautiverio en la Base Naval, por cada asesinado que hubo en “La Cueva”, otros tres lo fueron por fuerzas de la Armada. Una proporción impresionante, que seguramente se develará en poco tiempo, dando cuenta a la ciudad de la magnitud de la represión en estas costas.
Carlos A. Bozzi
Abogado
Sobreviviente de “La Noche de las Corbatas”
*** Luna Roja es un libro de Carlos Aurelio Bozzi, donde este ha realizado una gran investigación sobre los secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones forzadas en Mar del Plata, durante el Terrorismo de Estado aplicado por la dictadura militar.
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