viernes, 4 de octubre de 2013
1982 COMBATE EN COMODORO RIVADAVIA
Por Claudio Jose Barcos*
Comodoro Rivadavia 1982….. 21 de mayo... A la mañana de ese día comenzamos la rutina diaria, regresábamos del descanso de dos días en el refugio, un túnel bien construido donde podíamos dormir con un poco de tranquilidad.
Remplazamos a la guardia anterior y todo parecía normal, nos acomodamos, Antonio Gonzalez y yo formamos la primera pareja que haría la guardia ese día, los pozos de zorro estaban separados unos 12 metros entre uno y otro, también había un refugio donde teníamos la radio y algunos pertrechos, un tambor de 200 litros como estufa, allí esperaban su turno 4 soldados y dos cabos.
Luego de las primeras dos horas y con un frío y viento que no amaina nos remplazan y Antonio Gonzalez me hace el comentario de que a la noche no me duerma, me lo dijo con algo de preocupación, no le di mucha importancia y el día continuo sin mayores inconvenientes. Durante el día lo observe demasiado callado a Antonio, aunque estuviéramos juntando algo de leña para la estufa, el miraba hacia abajo, estábamos como en una especie de colina donde el terreno se cortaba y tenia una pendiente de unos 40 o 50 metros, a lo lejos la ruta 3 y del lado que yo vigilaba una meseta que se cortaba por las montañas y donde la ruta se perdía.
Llega la noche y el frío se hace sentir con mas rigor, tantos días sin bañarnos y con la misma ropa, no hay nada que te cubra, nada te da calor. Nos ponemos la manta poncho y las antiparras, el viento trae arenilla, me acurruco en mi pozo me saco los guantes de mi mano derecha, para poder meter el dedo en el gatillo, por debajo de la manta, tengo el FAP solo se ve el cañón y el bípode.
Como a la hora oigo a Gonzalez que me llama en voz baja, repetidas veces, salgo de mi pozo y me meto en el de el y me dice que hay movimientos al frente, que los había visto durante el día pero no quiso decirle a nadie por que no estaba seguro -¿a quien viste?- le pregunto -están ahí- me dice -yo no veo nada- fue mi respuesta, y agregue, -lo llamo al cabo- respondió -no, esperemos- volví a mi lugar, esto ocurre dos veces mas y a la tercera me señala un lugar especifico apuntando con su dedo y se me ocurre poner el dedo pulgar como nos habían enseñado, que parecía una tontería en la instrucción pero que me sirvió en ese momento, porque recién ahí cuando cruzan esa línea imaginaria los pude ver, corro a llamar al cabo Daniel Bustos le indicamos la situación, pero le pasa lo mismo, no ve nada, nos dice que por ahí es un zorro, que nos tranquilicemos...
La realidad era que había tropas inglesas, los atacantes corrían en zig zag para luego tirarse cuerpo a tierra, pero lo hacían en intervalos de 10 o 15 minutos y como en el terreno no hay árboles ni nada para tomar referencia las miles de matas o arbustos hacia mas difícil distinguirlos, en cuanto sacábamos la mirada todo el campo era igual.
Debajo de nosotros y como a 40 metros hay una franja de arcilla en ese momento la cruzan y los vemos con total claridad ya no hay dudas nos están por atacar, la noche estaba relativamente clara, el cielo algo nublado y el resplandor de la luna daba cierta visibilidad, le digo a Antonio -me quedo unos minutos con vos y me voy a cubrir mi lugar- me recuesto contra la pared del pozo, Gonzalez está parado a mi izquierda con el FAL y en ese momento, se para al lado de Antonio casi arriba de su casco un hombre, Antonio grita mi nombre y le dispara a la altura del pecho de abajo hacia arriba, fue tal la sorpresa, me incorporo y siento pasar cerca de mi garganta el filo de un cuchillo, solo atino a disparar y disparar casi sin saber a que o a quien, Gonzalez sale del pozo y enfrenta cuerpo a cuerpo al primer agresor yo sigo disparando hacia abajo tratando de barrer de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, tengo el fusil en tiro a tiro, Antonio vuelve y el agresor también, siguen cuerpo a cuerpo no lo puedo ayudar por miedo a matarlo a él también, pero ya no tengo miedo, todo es una locura, se ven las trazantes, se sienten los disparos que rebotan en las piedras, se me acercan, apunto y es Antonio que me grita -soy yo Barcos, no dispares- se mete en el pozo y comienza a disparar conmigo, se traban los fusiles. En la desesperación y creo que en el hecho de poder hacer algo recuerdo que sacando el cargador y apretando el primer proyectil saltan solos y se vacía el cargador abro la corredera y cargo por el cañón de a uno se lo entrego a Gonzalez y el dispara y yo cargo a todo esto se nos acopla el cabo Bustos, el tiene el fusil envuelto en plástico y comienza a disparar ráfagas.
Cuando Gonzalez estaba luchando cuerpo a cuerpo vi caer a uno de los comandos que nos atacaban, se acerca la patrulla de apoyo que el cabo había llamado, son dos camiones y rápidamente hacen un trabajo de pinzas bajando desde el costado izquierdo tiran varias luces de bengalas dejamos de disparar se produce un silencio demoledor, todo se ilumina por las bengalas, parece de día, a medida que bajan se ve más claro, Bustos va al pozo de la estufa adentro están los demás con el cabo Rebagliotti los obliga a salir y a cubrir el lado derecho, con Gonzalez no salimos del asombro las luces de bengalas nos dejan ver a 2 0 3 metros de nosotros a dos de los comando cuerpo a tierra, salimos sin pensar bajamos y los subimos a la colina, tienen ropas diferente a la nuestra muy ajustada al cuerpo de color negro y pasa montaña solo vemos sus ojos. Antonio les quita una especie de prismáticos, a través de ellos se ve como de día solo que de color verde, se los entregamos al cabo Bustos quien los revisa más a fondo, les seguimos apuntando, ellos solos pusieron las manos sobre sus cabezas, uno balbucea algunas palabras que no entendemos, es otro idioma, al rato cae el capitán Escudero jefe nuestro y de la patrulla, el cabo le entrega los prisioneros y a unos 50 metros vemos como cargan más hombres capturados a uno de los camiones, en el otro entre cuatro suben a otros, supongo que muertos, uno vi caer cuando disparaba y barría la zona.
Mis manos comenzaron a temblar, no podía pararlas por más que me esforzara, me dejaron prender un cigarrillo que casi no podía meter en mi boca, para mi sorpresa la cosa no había terminado...
Nos separan, a Gonzalez, al cabo y a mí y nos rodean, pero no son enemigos son oficiales y sub oficiales no los conozco pero parecen comandos del GOE que vinieron con la patrulla nos dan a entender de que no debemos hablar de lo sucedido, que acá nada paso, que no era conveniente contar nada para que la tropa no se pusiera nerviosa, me acomodaban el cuello de la camisa y me sugerían que no hablara por ningún motivo, esto duro hasta el amanecer... Jamás hablamos hasta 30 años después. Con el cabo Bustos hablamos hace muy poco por teléfono, a Gonzalez después de 28 años lo encontré nos dimos un abrazo y un beso, nos miramos, casi no había que hablar, un silencio largo una sonrisa cómplice -sabes Barcos, Dios nos dio otra oportunidad- dijo Antonio, -si seguro que si ,seguro que sí- le dije y mis ojos se llenaron de lagrimas …..
*SC 63 VG ..CLAUDIO JOSE BARCOS VII BRIGADA AEREA MORON
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario