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POR NUESTROS COMPAÑEROS MUERTOS EN ENFRENTAMIENTOS, POR LOS SECUESTRADOS Y DESAPARECIDOS, MIENTRAS REALIZABAN EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO, POR LOS VETERANOS NO RECONOCIDOS, POR UN RECONOCIMIENTO
HISTÓRICO A LOS COMPAÑEROS DE MALVINAS, POR QUIENES SOBREVIVIMOS.


JUEVES 17:00 a 19:00 HORAS-AM 1010 ONDA LATINA


Realizan La Voz de los Colimbas...


Horacio Verstraeten- Gustavo Capra y Ricardo Righi.




Nosotros podríamos ser los Desaparecidos...Testimoniemos...

Nosotros podríamos ser los Desaparecidos...Testimoniemos...


Si cuando hiciste la colimba,
pasaste por situaciones extremas, hacia tu persona o viste gente secuestrada o algún compañero fue secuestrado o asesinado, no sigas sufriendo tu silencio...
"La Voz de los Colimbas" te escucha ponete en contacto y descarga esa mochila, los colimbas también fuimos victimas, nadie te va a entender mejor que otro colimba.
Si no deseas dar tus datos, te comunicas en forma anónima, no hay problemas...
Tu testimonio es confidencial y puede ayudar mucho.

Por correo a: lavozdeloscolimbas@yahoo.com.ar

Por teléfono: 154-091-1192

Ricardo Righi


domingo, 16 de mayo de 2010

Testimonio de C.A.Bozzi y un Ex Colimba

Fuente: http://www.subzona15.blogspot.com.ar/


Con testimonios desgarradores y el análisis de una perito psiquiátrica sobre el ex militar se desarrolló una nueva audiencia del juicio por delitos de lesa humanidad perpetrados en nuestra ciudad.

Las conclusiones de la perito psicóloga que examinó a Gregorio Rafael Molina, imputado de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar, complican la situación del suboficial de la Fuerza Aérea.

La doctora Adriana Gaig entrevistó a Molina en agosto de 2007. De aquellos exámenes pudo concluir que el imputado de dos homicidios calificados, 38 secuestros, torturas y violaciones a cautivas en el centro clandestino de detención “ La Cueva ”, es una persona lúcida y ubicada en tiempo y espacio. Que distingue lo lícito de lo ilícito y lo que perjudica de lo que beneficia.

La doctora Gaig fue la primera persona en prestar declaración en la tercera audiencia en el juicio que se realiza en el Tribunal Oral Federal 1 de Mar del Plata. Delante de los jueces Juan Leopoldo Velásquez (presidente), Beatriz Torterola, Juan Carlos París y Martín Bava aseguró que Molina no manifestó sentirse angustiado por la situación que atravesaba en ese momento.





Testimonio de un Ex Colimba


Luego del cuarto intermedio, la audiencia se retomó alrededor de las 15.30 con la presencia ante el tribunal de Enrique Rodríguez quien realizó el servicio militar obligatorio entre marzo de 1976 y noviembre de 1977 en la Base Aérea local.


Según explicó el testigo, durante el periodo en el que él tuvo que estar allí pudo notar que en el edificio del viejo radar alojaban detenidos. Incluso, Rodríguez denominó al lugar como “ La Cueva ”, ya que posteriormente identificó el lugar con los dichos de detenidos desaparecidos.
Además recordó que, mientras tenía que realizar guardias nocturnas en los puestos de entrada a la Base , a él y a otros soldados los obligaban a esconderse en los momentos en que entraban o salían los “grupos de tareas”.

El testimonio del ex colimba se extendió por casi dos horas y en él detalló la vida interna de la Base Aérea local. Entre las particularidades marcadas destacó que les estaba totalmente prohibido acercarse a la zona de La Cueva , sobre todo a los soldados oriundos de Mar del Plata. En este sentido, explicó que para las tareas que era necesario realizar allí los suboficiales –quienes tenían a cargo el funcionamiento del centro clandestino de detención- designaban a los conscriptos provenientes del interior del país. Sin embargo, una sola vez le tocó al testigo llevar una vianda de comida a La Cueva y allí constató la presencia de un joven encapuchado quien le pedía por favor que avisara de su existencia. El testigo remarco que el joven le dijo que su familia se dedicaba a fabricar dulces en la zona de Chascomús.

Otro dato sustancial aportado por el testimonio de Rodríguez tiene que ver con la existencia de los Vuelos de la Muerte. El testigo explicó que, una noche en la que le había tocado guardia en la torre pudo divisar la presencia de aviones bimotores de la Marina a donde subían a personas que estaban atadas.

Rodríguez fue contundente al describir a Molina: “era un loquito que andaba con tres revólveres y granadas colgando”. En este sentido hizo referencia a un chiste que se hacían entre los colimbas: “si Molina se cae explota”. Además pudo precisar que a Molina se lo conocía como “El Sapo” entre los soldados.

Además expresó que lo recuerda con carpetas en la mano y que esto no era común a otros suboficiales de la Base.

Rodríguez no dudó en decir que hubo momentos en los que escuchó gritos provenientes del viejo radar y que, además, esos gritos eran de mujer y desgarradores.
La existencia de listas con nombres de personas que eran buscadas es otro de los elementos aportados por este testimonio que posibilitó comprender cómo funcionaba el centro clandestino de detención en el interior de la Base Aérea.

Durante el testimonio el testigo recordó que en una de las salidas de los grupos de tareas pudo advertir a Eduardo Cativa Tolosa –miembro del Ejército- junto a personal de la Fuerza Aérea saliendo para un operativo y que llevaban a una joven que, en apariencia, esta pertenecía al grupo de detenidos que estaba en la Base.

Testimonio de Carlos Aurelio Bozzi





Carlos Bozzi, sobreviviente del centro clandestino de detención (CCD) La Cueva aseguró que el suboficial retirado Gregorio Rafael Molina fue quien lo secuestró junto a su socio Tomás Fresneda y a la mujer de éste en el operativo conocido como la “Noche de la Corbatas”.
El abogado declaró ayer en la quinta audiencia del juicio a Molina, suboficial mayor retirado de la Fuerza Aérea acusado de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar. Al militar nacido en La Rioja se le imputan dos homicidios calificados, 38 casos de privaciones ilegitimas de la libertad agravada e imposición de tormentos y al menos dos abusos sexuales.
Bozzi pasó once días cautivo en La Cueva tras ser secuestrado la tarde del 8 de julio de 1977. Ayer frente al Tribunal contó que el militar que dirigió el operativo de secuestro, el que lo interrogó y el que le comunicó su libertad fue siempre la misma persona y que por determinados indicios asegura que fue Molina. Lo describió como el hombre de sobretodo gris, con una voz y perfume característicos. También lo reconocía por su anillo y los cigarrillos que fumaba.
La primera vez que el testigo vio al “hombre del sobretodo gris” fue el 8 de julio de 1977. Bozzi lo recordó como la persona que ingresó al estudio que compartía con Tomás Fresneda y le apoyó una pistola en la cara. Luego le propinó dos trompadas cuando el testigo le dijo que no sabía la dirección de la casa de su socio.
Tomás Fresneda, su mujer María de las Mercedes Argarañaz y Bozzi ingresaron a la Cueva esa misma noche. Su secuestro se incluye en el operativo denominado “Noche de las Corbatas” cuando los militares capturaron a un grupo de abogados laboralistas entre el 8 y 9 de julio del ‘77. Fresneda y su mujer continúan desaparecidos.
Antes de empezar su relato Carlos Bozzi repartió a las partes y al tribunal fotocopias de un plano de La Cueva. El testigo había señalizado cada habitación en la que estuvo durante su cautiverio.
Contó que la primera noche estuvieron los tres juntos y que los habían atado y encapuchado. Sintió que gente se iba del lugar y quedaba una radio prendida que pasó el himno nacional. Enseguida un a voz que dijo: “Portense bien que no están en su casa, no queremos matar a nadie más”. El testigo asoció esa advertencia con la muerte abogado Norberto Centeno, secuestrado y asesinado en La Cueva. El certificado de defunción está fechado el 8 de julio de 1977.
Al día siguiente un hombre se llevó a Argarañaz y a los 15 minutos la trajo a Mercedes y se llevó a Fresneda y por último a Bozzi. Era la voz del hombre del sobretodo gris, era el mismo perfume en las manos. El abogado contó que lo pusieron sobre una mesa y le ataron un cable en cada uno de los pies. Después de algunas preguntas vagas, la voz le dijo que si había mentido lo mataba.
Esa noche, calcula que era la segunda, Fresneda le contó que en el interrogatorio le dijeron que lo largaban pero que él y su mujer se quedaban. Cuando se levantó al otro día, el matrimonio Fresneda ya no estaba.
Bozzi también relató que tiempo después, ya en libertad, investigó algunas fechas y supo que durante su encierro había llevado a La Cueva a los García, un matrimonio que fue secuestrado durante julio del ‘77.
Bozzi fue liberado en medio de un simulacro que organizaron sus captores. La idea era hacerle creer a la opinión pública que los abogados habían sido secuestrados y en algunos casos asesinados por Montoneros. La voz le dijo que se habían equivocado con su secuestro. Le dijo que estaba en manos de una célula montonera y que si quería se podía unir a ellos para enfrentar al régimen militar. Bozo dijo que no y fue subido al baúl de un auto con las manos atadas y los ojos vendados. Después de un largo trecho el auto se frenó. Escuchó tiros, un quejido y un grupo de militares que lo liberó. Le dijeron “que hubo un enfrentamiento, que murieron dos extremistas y que el abogado Norberto Centeno estaba muerto en el interior del auto”. Tiempo después se supo que los supuestos “guerrilleros” eran dos jóvenes que habían sido secuestrados en La Plata.

Por Bozzi, Fresneda y Argarañaz se presentó un recurso de habeas corpus en el juzgado de Pedro Federico Hooft, el tramite nunca prosperó. Bozzi fue llamado a declarar por su secuestro pero no se presentó. Vivió en Corrientes varios años hasta que regresó a la ciudad. Los diarios de la época titularon que Bozzi había sido "liberado" por el Ejército y que en el enfrentamiento murieron dos “extremistas”. Nunca corrigieron el error.

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